Las paredes de los espacios constituyen los elementos más importantes en la decoración, por ello la forma en que se trabajen debe ser de los aspectos de mayor relevancia cuando se planifica algún proyecto decorativo.
Se pueden aplicar diversos tratamientos, para cumplir con fines estéticos, el más utilizado es la aplicación de color a través de la pintura, puede ser con un color uniforme o con alguna técnica particular.
El color, sin duda es un factor elemental en la decoración con pintura, pues por medio de él, es posible realizar cambios visuales en los espacios. Al utilizar colores cálidos, como el rojo o el amarillo, se aumenta la estimulación, creando la sensación de cercanía, mientras que con los colores fríos, como verdes azules y violetas, es más fácil relajarse y se crea un efecto de lejanía.
Dependiendo del efecto que queramos crear, debe ser la selección del color, pues si pretendemos disminuir visualmente los espacios, se utilizan colores cálidos y los oscuros, sin embargo los colores fríos de tonos claros, nos ayudan a ampliar los espacios. Como sabemos, el color no es una entidad física, sino que es parte del espectro lumínico.
En el momento que la luz blanca natural, incide en la superficie de un objeto, emite una longitud de onda dependiendo de su composición, a la vez que absorbe las restantes, por ello se crea la ilusión de que un objeto es de un color determinado. Cuando el cuerpo absorbe toda la luz y no refleja nada, lo vemos como color negro y cuando refleja todos los colores, es blanco.
Los primarios, son los que no se forman de ninguna combinación y por ende no se descomponen en otros colores.
Los secundarios resultan de la mezcla de dos primarios y los terciarios, al mezclar los secundarios. Al decorar con pintura, debemos valernos de las características de los colores para lograr los efectos deseados, es decir, para agrandar o disminuir, iluminar, dar calidez o frialdad, favorecer el relax en un espacio, entre otros efectos.
Rojo: puro, estimula a la acción, a veces es violento, por ello se utiliza con moderación. Aconsejable para pequeñas áreas o detalles y para combinaciones, con el bordó, bermellón, magenta, etc. Al mezclarse con blanco, es confortable y calido.
Naranja: mezcla del rojo y el amarillo. Da vitalidad y excitación. Indicado para pequeñas áreas, pero sus variantes como el salmón se pueden emplear en grandes zonas.
Amarillo: da sensación de fuerza y voluntad, perfecto para espacios oscuros.
Azul: es un color frío, se relaciona con la tranquilidad, reposo y calma. Ideal para zonas de trabajo y dormitorios. Mezclado con violeta o verde, es menos frío y austero. Absorbe la luz.
Verde: mezcla de amarillo y azul, es un color equilibrado. Se asocia con la vegetación y la frescura. Mezclado con azul es más frió y con amarillo, más calido.
Violeta: color místico, tiene relación con lo religioso. Suele dar la sensación de tristeza, distanciamiento y silencio. Mezclado con rojo, es más vital y con azul más frío. Cuando se encuentra en tonalidades lila y lavanda, es más femenino.